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¿DEBE PREOCUPARNOS?



Cada uno de nosotros, y dependiendo del ecosistema en el que se encuentre, puede percatarse de la enorme biodiversidad que nos rodea. Naturalmente, esta percepción es mucho mayor en bosques tropicales (Fig. 1) o en arrecifes de coral (Fig. 2), verdaderos santuarios de la complejidad biológica en donde pueden observarse centenares de especies de animales y plantas en unos pocos metros cuadrados.
Está claro que la diversidad es una característica de la vida. La vida es diversa (Fig. 3) y no sólo porque existan muchos tipos de organismos diferentes, sino también porque cada organismo está formado por elementos muy variados y, a su vez, los organismos constituyen entidades superiores (comunidades, ecosistemas) que también son muy heterogéneos. La tendencia hacia la diversificación es, pues, una propiedad inherente a la progresión ecológica y a la evolución biológica en general.


Figura 1. Bosque tropical


Grupo de corales en un arrecife
Pero esto no es nuevo. Se sabe desde hace mucho tiempo. Lo que es nuevo es el interés suscitado desde hace unos pocos años por la diversidad biológica. Este interés viene dado fundamentalmente porque existen datos  que nos indican que el mundo está perdiendo especies y riqueza biológica a un ritmo muy acelerado.
La historia de la especie humana está íntimamente unida a las relaciones con el medio ambiente que le rodea y porque está jugando un papel importante en las causas que están provocando las pérdidas de diversidad biológica. A lo largo de la misma, los extraordinarios progresos alcanzados tanto en el campo de los conocimientos científicos y tecnológicos como en la calidad de vida no tienen precedentes  a los que compararse. Sin embargo, también se ha avanzado en sentido contrario y en la misma magnitud, actualmente la hidrosfera, la criosfera, la biosfera y la estratosfera sufren un deterioro y un desgaste ambiental de origen antropocéntrico sin precedentes.
Nuestra sociedad acepta ya, como un hecho irrefutable que estamos ante un grave problema socio-ambiental. La dificultad, una vez superado el hecho de que estamos ante una crisis ambiental, reside en ponderar su magnitud, reconocer su complejidad y con la ayuda de las ciencias ambientales o ciencias de la sostenibilidad abordarlo y saber si pueden derivarse perjuicios más o menos graves para nuestra especie. La mayor parte de la cuestión gira, pues, alrededor del hombre, y todo ello hace que el tema trascienda de los límites académicos, llegue a la calle y tenga una incidencia social cada día más acusada.


Figura 3. Una muestra de la biodiversidad

La gran capacidad que tiene la especie humana para transformar la naturaleza se inicia poco después de la invención de la agricultura y la ganadería, hace 10.000 años. A partir del Neolítico los cambios en la biodiversidad empiezan a ser ligeramente significativos debido al aumento de actividades como la deforestación y la caza. Los primeros inventarios pre-científicos de la biodiversidad se remontan a la antigüedad y están ligados a factores principalmente curativos, siendo los primeros naturalistas médicos y apotecarios. A partir de los siglos XVI y XVII se inician las primeras herborizaciones botánicas y desde entonces, se han podido documentar las primeras extinciones y en función de los registros, estimar el ritmo de desapariciones. Así, por ejemplo, el total de extinciones documentadas desde el año 1500 d.C. es de 748 (UICN, 2006). Actualmente, estudios relacionados con la pérdida reciente de especies de mamíferos, aves y anfibios (con un total de 21.000 registros) han servido para calcular que las tasas de desaparición de especies se aproximan a órdenes de magnitud entre 48 y 476 veces la tasa natural de extinción (BAILLIE et al., 2004); y la pesca (Fig. 4) ha reducido de forma masiva la mayoría de las principales poblaciones de peces en todo el mundo. Estos datos suponen que el ritmo actual de desaparición de especies es entre 100 o 1000 veces más acelerado de lo esperado (PRIMACK, 1998; BEGON et al., 1999).


Figura 4. Sobrexplotación pesquera

La respuesta internacional ante los claros síntomas de alerta de pérdida de biodiversidad se manifestó  en forma de acuerdos y encuentros gubernamentales. Algunos de los más destacados son: el Informe del Club de Roma sobre los límites del crecimiento, la Estrategia Mundial para la Conservación (1980) y la publicación del Informe Brundland (1987). De todos los acuerdos celebrados, el punto de inflexión clave ha sido la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en Río de Janeiro en el año 1992.
De esta cumbre surgiría el Convenio sobre la Diversidad Biológica, pieza clave en las directrices que actual y globalmente rigen la gestión y la planificación en materia de biodiversidad.
El texto del convenio es un elemento esencial para reconocer el valor de la biodiversidad, como de sus valores sociales, económicos, científicos, educativos, culturales, recreativos y estéticos en el marco de la sostenibilidad.
A partir de la Cumbre de Rio de Janeiro, son numerosos los acuerdos de carácter internacional, nacional y regional suscritos y puestos continuamente a revisión.
De todo ello se deduce que es un tema que ha suscitado mucho interés y no pocas inquietudes, que cae de lleno en el marco de lo social y que nos conduce a un enfoque claramente económico al considerar el patentar la biodiversidad, lo que hasta hace poco era un tema inédito en el contexto del estudio de la diversidad biológica. Los países menos desarrollados, y que tienen mayor biodiversidad, empiezan a ser conscientes de que la misma, puede generar beneficios económicos.
Todo esto ha llevado a discusiones muy complejas, tanto desde el punto de vista técnico-legal como social, sobre la protección mediante patente y propiedad industrial de los productos valiosos obtenidos a partir de organismos. El principal problema para impulsar el uso sostenible de la biodiversidad y beneficiar a los países que la poseen, está en el papel obstaculizador de las grandes empresas farmacéuticas, químicas y agroalimentarias. Es obvio, que prefieren seguir explotando estos recursos sin tener que compartir ninguna parte del beneficio con los países en que se originaron.
La situación política, en general, es muy complicada y las industrias multinacionales más poderosas son capaces de ejercer una enorme influencia en las decisiones políticas. Todo ello no favorece el tomar decisiones de ámbito transnacional que favorezcan la conservación de la biodiversidad. Resulta sintomático que, en lugar de hablar del Acuerdo Internacional sobre Diversidad Biológica, se utilice frecuentemente la expresión “Espíritu de Río”. Todo parece sugerir que las posibilidades de hacer algo operativo en cuanto a conservación del patrimonio natural recaerá en los ciudadanos de a pie, en la sociedad civil y en las organizaciones no gubernamentales, que no en los estamentos políticos, casi siempre abrumados por problemas que tienen una escala de tiempo inter-electoral.
Está claro que deberíamos ser capaces de manejar esta situación con cordura y, si no lo hacemos, la naturaleza lo hará por nosotros. Al fin y al cabo, el hombre es una especie más del juego evolutivo. Una especie singular, pero absolutamente prescindible para que la naturaleza siga su curso.

Para saber mas…..
BAILLIE, J.E.M.; HILTON-TAYLOR, C.; STUART, S.M. (eds.) 2004. 2004 UICN Red List of Threatened Species- A Global Species Assessment. UICN Species Survival Comisiona, Gland, Suiza y Cambridge, Reino Unido.
BEGON, M.; HARPER, J.L.; TOWNSEND, C.R.1999. Ecología. Individuos, poblaciones y comunidades. Ediciones Omega, 3ª Edición, Barcelona
BELLES, X. 1998. Supervivientes de la biodiversidad. Rubens Editorial, Barcelona.
BOADA, M.; GÓMEZ, F.J. 2008. Biodiversidad. Rubens Editorial, S.L., Barcelona
PRIMACK, R.B. 1998. Essentials of Conservation Biology. Sinauer, 2ª Edición.
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